El colegio “Fundación San Vicente Ferrer” es la escuela del colegio “Imperial de Niños Huérfanos San Vicente Ferrer” que da respuesta educativa a un 40% del alumnado que vive en el internado, en período escolar, en este colegio. La respuesta debe ser la mejor formación posible en esta segunda década del siglo XXI. Entendemos por formación la mejor instrucción posible en competencias básicas y la formación del carácter.
En segundo lugar, la demanda de la sociedad y en particular de las familias que traen a sus hijos a nuestra escuela se corresponde con un sesenta por ciento del alumnado. Se pide una formación para el futuro, se quiere que salgan preparados. Su futuro es el espacio europeo y que la preparación no debe ser solamente instrumental, tampoco solamente en que sean competentes en distintas materias o facetas, sino que estén preparados para el liderazgo en su profesión, sean emprendedores, tengan alta eficacia del trabajo en equipo y gocen de una autonomía moral que les mantenga estables y les proporciona soluciones en épocas de crisis. El centro acoge a un 20% del alumnado que es inmigrante y que procede de nueve nacionalidades diferentes.
Por tanto, la singularidad del colegio justifica el dotar al curriculum de tiempos y espacios donde la convivencia, el aprendizaje en equipo e individual en una sociedad plural y por último el desarrollo de las competencias básicas, la autonomía personal y el aprender a aprender y a emprender conduzcan a la formación de hombres y mujeres líderes de su tiempo. Es por ello que sus tutores escolares son un referente importante que acompaña a la familia en el crecimiento y maduración de los hijos.
Ello justifica la necesidad de trabajar y formarse en equipos plurales, donde unos ayudan a otros y donde las ventajas e inconvenientes son compartidos para encontrar las mejores soluciones que conduzcan al grupo a objetivos deseables de formación, instrucción y liderazgo dentro del espacio europeo y en el ámbito educativo.
Una razón para el cambio es ver desenganchados a los alumnos, desenganchados de la rutina y la desesperanza. Es mejor verlos con una visión de futuro y posibilidades, donde aprenden de los mejores, donde se quiere que el índice de fracaso escolar sea cero, donde se crean microclimas en el centro y se forman hermanamientos entre los alumnos y redes entre los profesores.
La Tutoría Vertical no es más que un agrupamiento de alumnos de distintas edades y por tanto de distintos cursos que trabajan y aprenden juntos unos de otros con la guía de uno o dos tutores. En Educación Primaria son los alumnos de tercero a sexto y en ESO son de primero a cuarto que se agrupan en equipos de cuatro alumnos; ocho equipos en Primaria con dos maestros tutores o bien cuatro equipos en ESO con un profesor tutor, se reúnen casi tres horas semanales para desarrollar 200 contenidos en lo que se ha convertido en una nueva área educativa que contempla dimensiones como la prosocialidad, la comunicación, la espiritualidad, la vitalidad y afectividad, las habilidades cognitivas y la representación del mundo.
Las tutorías verticales se convierten en espacios y tiempos de aprendizajes cooperativos, donde los estudiantes están obligados por las enseñanzas de sus iguales, crean proyectos, indagan e investigan juntos, tienen tiempo de pensar, se educan en el carácter y se les entrena en la personalidad, se olvidan de portarse mal y desarrollan la pedagogía del cuidado hacia otros.
La motivación del alumno resulta de la oportunidad de pasar tres horas más del tiempo lectivo con otros alumnos que no son de su misma clase o curso, la oportunidad de conocer e implicarse en experiencias, en tareas diferentes que he vivido de otra manera porque soy mayor de cursos superiores o por lo contrario soy menor y será lo que me espera.
Las ventajas de la tutoría vertical son el desarrollo de las relaciones interpersonales, además promueve el uso creativo de la información generando un curriculum creativo, facilita la ética del cuidado de unos hacia otros proponiendo un acompañamiento personal, impulsa el liderazgo dando voz a los alumnos, es decir, fomenta una tutoría donde todos aprenden.
Fundamentalmente aborda tres tipos de competencias: una para actuar de forma autónoma y defender los propios proyectos de vida; otra para funcionar en grupos heterogéneos y tener habilidad para manejar y resolver conflictos y; una tercera competencia para utilizar herramientas de forma interactiva y eficaz: conocer la información, dominar la tecnología y utilizar su lenguaje y símbolos.
En conclusión, podemos decir que la tutoría vertical favorece la convivencia social, creando redes y estableciendo puentes hacia el futuro profesional. Obliga a un trabajo colaborativo entre el profesorado y a la revisión continua de los procesos de aprendizaje, siendo las inteligencias múltiples el marco de progreso y autoaprendizaje.
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