San Vicente Ferrer, que en 1410 está en Valencia, recoge a niños huérfanos y abandonados bajo el cuidado y tutela de los Beguines. En 1540, al decaer la asistencia a los niños por parte de los Beguines, algunos Caballeros se hacen cargo de aquéllos, formando la Cofradía del Bienaventurado San Vicente Ferrer.
Diez años después, en 1549, el Emperador Carlos I de España, desde Bruselas, oficia al Virrey de Valencia que provea lo que más convenga en beneficio de esta obra vicentina. El 14 de Marzo de 1593, el rey Felipe II, por Real Carta en la que suprime la Cofradía de San Vicente Ferrer y manda a los jurados, el cabildo de la Seo y clavarios del Hospital nombren un representante suyo para administrar el Colegio, le dio plena personalidad jurídica, como Institución benéfica y régimen de gobierno.
El rey Felipe III, en el año 1620, hace donación del antiguo Colegio de Moriscos, fundado por su abuelo el Emperador Carlos I de España, en 1545, para Colegio y habitación de los niños huérfanos de San Vicente Ferrer. En fecha 6 de Noviembre de 1624, los niños de San Vicente pasan a ocupar la Casa del Emperador. "Para que puedan recoger más huérfanos hasta tener tiempo de poderles acomodar en los oficios que eligieren", el rey Carlos II, el 31 de Enero de 1677, por Real Carta, ordena a la Ciudad de Valencia "que de hoy en adelante le pagues censo día por día, como se ejecuta en los del Hospital".
El rey Alfonso XIII, por una Real Orden, firmada el 29 de Enero de 1913, clasificó "de Beneficencia particular el Colegio Imperial de Niños Huérfanos de San Vicente Ferrer, instituido por el mismo Santo (...), pues aparte de ser su objeto esencial el acogimiento de niños huérfanos pobres, realiza también misión educativa".
En 1968, por hundimiento parcial de la fábrica del Colegio, se edifica otro, de nueva planta, en término municipal de San Antonio de Benagéber, distante 14 kilómetros de Valencia. Y el 18 de septiembre de 1977, la secular Institución acoge en amplios pabellones y espacios ajardinados "als xiquets de Sant Vicent".
Este "Colege dels xiquets de Sant Vicent" es un milagro, el mayor de los numerosos milagros de este santo valenciano, porque pervive a lo largo de seis siglos, fiel a la idea y móvil de su Santo Fundador.